El acto de educar, tal como lo entendemos, consiste en perfeccionar lo que potencialmente está en el hombre. De allí, que podemos afirmar que la belleza es una dimensión constitutiva de la realidad humana, es decir, el hombre es capaz de belleza, de consciencia, de interrogación, de sentido estético, de gusto. Es un producto del desenvolvimiento histórico, gracias al afinamiento progresivo de los sentidos, el intelecto y la superación de las necesidades.
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